domingo, 27 de enero de 2008

Anne Carson, Hombres en sus horas libres, traducción de Jordi Doce, Valencia, Pre-Textos, 2007, 383 páginas.

Anne Carson o el riesgo de lo singular
En un panorama poético actual marcado por la escasez de apuestas innovadoras y por la extensa nómina de autores que, acomodados, tratan de escribir una y otra vez el mismo libro que no les haga salirse de la norma, publicaciones como este “Hombres en sus horas libres” resulta mucho más atractivo y llamativo. Bien es sabido que la globalización aporta un mayor grado de exclusividad a quien posee una voz diferenciada de la voz establecida por la masa pero si a esto sumamos una asunción de riesgo estructural y poético como el de Anne Carson el resultado no puede más que arrojar un libro único, singular y, ante todo, diferente.
Anne Carson es una de esas autoras que exploran en los límites del género y traspasan las barreras por casi todos respetadas y así son comunes en su bibliografía los libros misceláneos, o experimentos como la novela en verso Autobiography of Red (1998). El talento de Anne Carson trasciende también los límites de la obra y quizá este sea el motivo por el que trata de buscar campos de trabajo más extensos, y ante todo no limitados. En “Hombres en sus horas libres” el lector encontrará poemas en verso (“Quería huir contigo esta noche / pero eres una mujer difícil / las normas que hay en ti… / Pasado y futuro giran a nuestro alrededor / ahora sabemos más ahora menos / en el instituto de las sombras.”), poemas en prosa (“Los fines de semana son largos y blancos. La nieve se apila contra la puerta. Hilos distantes de piano desde el piso de abajo. Deneuve friega la cristalería. La seca. Las horas fluyen…”), textos de carácter teatral, supuestas entrevistas en la que no existe entrevistador ni preguntas, diagramas, anexos, epitafios (“Para obtener el sonido toma cuanto no sea el sonido déjalo caer / Por un pozo, escucha. / Luego deja caer el sonido. Escucha la diferencia / Estallar.”), epílogos, citas poéticas (que conocido el carácter de la autora pueden no ser literales) y citas bíblicas (“Lo único que digo con seguridad es que sé que si nada pasara, no habría tiempo pasado, y si nada viniera, no habría tiempo futuro, y si nada existiera, no habría tiempo presente. San Agustín, “Las confesiones”)… todo un universo magníficamente traducido por Jordi Doce y editado con el gusto habitual que Pre-Textos, en su colección “La cruz del Sur”, viene mostrando.
Pasean entre las páginas de este libro Catulo, Safo, Virginia Wolf, la sombra de Celan, Freud, Artaud, Tolstoi, Lázaro, Antígona… y el lector los reconoce nombrados por la autora o al leer los versos que los evocan, con la elegancia de quien los ha leído, visto y sentido, y transmite en sus textos la esencia de los otros. Como cuchillos que se clavan en la memoria quedan algunos versos de este libro en el lector (“Pues después, dicho poéticamente, después vendrá el tiempo de la sangre.”), otros inquietan (“Su doble está loco. / La desventaja de estar loco es que no podía estarlo y decirlo a la vez.”), y la mayor parte de los mismos inducen al lector a la reflexión y el análisis de lo visto y lo vivido (“Pues ¿en qué difiere el tiempo de la eternidad sino en que lo medimos?”).
Muchas son las novedades que aparecen en las librerías año tras año pero sólo algunas permanecen en las estanterías y en la memoria, “Hombres en sus horas libres” es una de ellas.

Ignacio Escuin Borao

(Esta reseña se publicó parcialmente en el suplemento “Artes y Letras” de Heraldo de Aragón, el jueves 24 de enero de 2008)

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